No vinieron en son de paz. No pidieron ver a ningún líder. Cuando los meteoritos colisionaron, simplemente salieron y nos mataron.
Solíamos obsesionarnos con nosotros mismos y con nuestras propias e insignificantes preocupaciones mundanas, cuando el verdadero problema, la verdadera amenaza, nos acechaba en la oscuridad... Nos acechaba, afilaba sus garras y rechinaba los dientes.
Ahora están por todas partes, y somos pocos los que quedamos. Pero puede que aun así seamos los suficientes. Los suficientes para que paguen. Los suficientes para que mueran.
Aún podemos recuperar la Tierra. Aún podemos evitar la extinción. El mundo acabó, ¡pero la batalla apenas comienza!